El día que por fin supe "qué quería ser cuando fuera mayor"
Hace unos años decidí embarcarme en la aventura del emprendimiento. Mi carácter, las circunstancias del mercado, y el conocimiento y experiencia que había adquirido en los años anteriores, me convencieron de que ese era mi camino, y eché a andar.
Pero mi travesía hasta descubrir mi vocación de consultora de marketing digital para pequeñas marcas con grandes proyectos fue larga y difícil. Hoy quiero compartir contigo el camino que me ha llevado hasta aquí.
Nadie dijo que emprender fuera fácil
Imaginaba que arrancar sería difícil, pero confieso, que hasta que empecé a cogerle el tranquillo, casi me vuelvo loca. Durante dos años traté de sacar adelante mi primera empresa dedicándole todas mis horas, mis neuronas, mis ahorros y deudas, mi coraje, y una fuerza inmensa que no sabía que tenía. Pero aquel ritmo acelerado, casi me cuesta la salud mental y física. Sobre todo porque la empresa no terminaba de ser rentable, y yo que daba lo mejor de mí empezaba a sentirme agotada e incapaz.
El truco para no perder la cabeza: fue aprender a planificar y repetirme como un mantra en los días más difíciles que: “Nadie dijo que fuera fácil. Todo el mérito es tuyo; tienes mi palabra de honor.” (Si no has leído este artículo de Arturo Pérez Reverte, te lo recomiendo, mucho).
Pero llegó el día en que la evidencia del fracaso de aquel proyecto me golpeo la cara. No me quedaban dinero, ni ganas. Me sentí una pobre náufraga luchando contra olas gigantescas, y vientos huracanados, con un barco demasiado humilde para un océano tan vasto. Sentí angustia, ¿cómo iba a reincorporarme al mercado laboral? Trabajando por cuenta ajena sabía que me marchitaría…
Ese mismo día cuando le conté lo que pasaba a un conocido, me dijo: «No hay viento bueno, si uno no sabe a qué puerto se dirige». Y BOOM! Esa frase me catapultó a miles de kilómetros desde los que pude mirar con perspectiva lo que estaba pasando:
1. Mi modelo de negocio no era valido, me había equivocado.
2. ¡No tenía ni la más mínima idea de qué era lo que yo quería! Ni para mí ni para mi empresa.
Ese mismo día dejé de un lado mi actitud de víctima. Fui a dar un largo paseo, y durante varias horas estuve pensando en todo aquello que había pasado en los últimos años, en qué y por qué me había equivocado, y también recordé todo aquello que alguna vez había soñado vivir o tener.
Descubrí que todo lo que sabía de marketing podía ayudar a personas con proyectos brillantes

Me sorprendieron dos cosas: todo lo que había aprendido en el camino, y lo alcanzables que eran mis aspiraciones. Decidí dejarme de lamentaciones y tomar las riendas de mi vida.
Fui amable conmigo, y descubrí que sabía un huevo de marketing, de ecommerce, de sacarle partido al universo digital cuando eres pequeño, del desarrollo de la imagen de marca, de comunicación, de psicología del consumidor…
Me di cuenta de que mi alrededor estaba repleto de emprendedores con ideas brillantes que daban la espalda al marketing por no entenderlo, por haber tenido malas experiencias con quien les hizo el logo, la web, o les vendió un plan de SEO. Vi gente extraordinaria que sólo necesitaba un poco de luz para entender la importancia de ser quien lleva las riendas del crecimiento de su marca.
Quise ser ese haz de luz en sus caminos, y ayudarles a enamorar a las personas para las que habían creado sus marcas. Así que tracé una hoja de ruta que me acercaría paso a paso a tener la vida y la empresa que deseaba tener.
Hoy, mi travesía continúa. He logrado muchos de los sueños que tenía hace apenas un tiempo, he ayudado a marcas fabulosas a conseguir lo que deseaban, y esta aventura es cada vez más emocionante.

PD: Esta es la historia de cómo decidí emprender y después encontré mi vocación. Ser consultora de marketing para pequeñas marcas con grandes proyectos es uno de los pilares de mi felicidad. Estoy segura de que tu marca también es uno de los tuyos, y ¡me encantaría conocer tu historia! Anímate a compartir conmigo tu aventura de emprendimiento dejando un comentario más abajo 👇👇👇
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