Cuando tu talento se convierte en tu trampa
¿Alguna vez trataste de abrir una botella con unas llaves o cortar cartón con un cuchillo de untar? Seguro que lo lograste… más o menos. Pero también terminaste haciendo más esfuerzo del necesario, frustrándote y quizás rompiendo algo por el camino.
Con tu personalidad pasa algo parecido.
Hay formas de actuar que te han servido toda la vida. Rasgos que te hicieron destacar, herramientas internas que puliste y usaste con éxito. Pero cuando las repetís una y otra vez, incluso en contextos donde no aplican, dejan de ayudarte. Te agotan. Te estancan. Te frenan sin que lo notes.
Tu forma de pensar, decidir y accionar puede ser tu mejor aliada o tu peor trampa. Y el Eneagrama —si sabés usarlo con conciencia— te da un mapa muy claro para distinguir entre ambas.
Tu eneatipo puede impulsarte… o sabotearte
Cada tipo del Eneagrama se mueve por una motivación profunda. Esa motivación está tan integrada que muchas veces ni te das cuenta de cómo dirige tu negocio.
En algunos momentos te impulsa. En otros, te deja girando en círculos.
Porque eso que te da alas, si se va al extremo, también te pasa factura. Y podés pasarte semanas trabajando sin parar, repitiendo tu fórmula ganadora… sin avanzar.
Vamos con algunos ejemplos. A ver si te reconocés:
¿Estás repitiendo tu patrón?
- Tipo 7: pura energía, entusiasmo e ideas… pero te dispersás. Empezás mil cosas, no cerrás ninguna, y pensás que el problema es el proyecto. Spoiler: es la falta de foco.
- Tipo 4: creatividad profunda, sensibilidad, estética. Pero cada emoción fuerte te hace repensar todo. Cambiás el branding cada dos meses porque “ya no vibra”.
- Tipo 5: capacidad de análisis y síntesis. Pero te quedás en tu mundo. No publicás. No lanzás. No mostrás nada porque “todavía no está listo”.
- Tipo 8: liderazgo y acción. Pero querés controlar todo. Te cargás el proyecto al hombro y terminás quemándote.
- Tipo 3: orientación a resultados, visión y foco. Pero te olvidás de sentir. Te volvés máquina de hacer y te desconectás de lo que te representa.
- Tipo 2: conexión humana, empatía, entrega. Pero no te priorizás. Tu proyecto siempre queda para después (spoiler: ese después no llega).
- Tipo 1: excelencia, integridad, ética. Pero el perfeccionismo te paraliza. No lanzás la web, el mail, la idea… porque nunca está lo suficientemente bien.
- Tipo 9: calma, empatía, acompañamiento. Pero evitás el conflicto al punto de no poner precios, no marcar tu posición… por miedo a molestar.
- Tipo 6: estrategia, previsión, análisis. Pero necesitás validar cada paso. Consultás, dudás, y no arrancás hasta que alguien te da el “ok”.
Preguntas para dejar de vivir en automático
- ¿Qué parte de tu negocio hacés siempre igual, casi sin pensar?
- ¿Dónde sentís que brillás? ¿Y dónde volvés a tropezar?
- ¿Qué decisiones vivís postergando, una y otra vez?
Este trabajo no va de iluminarte. Va de moverte. De accionar con conciencia.
Miniacción concreta para hoy
Porque entender tu patrón es solo el primer paso. El cambio empieza cuando hacés algo distinto.
- Sos 1: publicá eso que está frenado. Aunque no esté perfecto.
- Sos 2: poné un límite claro esta semana. Uno solo. Y sostenelo.
- Sos 3: revisá si lo que estás persiguiendo hoy todavía te representa.
- Sos 4: sentí, sí. Pero no dejes que la emoción decida por vos.
- Sos 5: lanzá eso. Hoy. Aunque no esté listo.
- Sos 6: tomá una decisión sin consultar a nadie.
- Sos 7: terminá una cosa. Una sola.
- Sos 8: delegá algo. Esta semana.
- Sos 9: escribí una opinión incómoda. Y compartila.
Escuchá el episodio completo
Este es solo un pantallazo. En el episodio completo te cuento con más detalle cómo cada tipo de personalidad puede estar repitiendo patrones que lo sabotean… sin darse cuenta. Y, sobre todo, qué podés hacer para dejar de caer en lo mismo esperando que algo cambie.
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Hay decisiones que te cuestan más de lo que deberían. Retos que se repiten. Patrones que se te pegan como el chicle a la suela. No es casualidad. Tiene que ver con cómo eres tú, con cómo funcionas. Y entenderlo te cambia el juego.
Tu personalidad está influyendo más de lo que imaginas en cómo gestionas tu negocio: desde el dinero, hasta las decisiones que postergas o las estrategias que nunca terminas de implementar.
💥 Porque no es que te falte fuerza de voluntad. O disciplina. O talento. Lo que te falta es entender cómo funcionas por dentro para dejar de meterte zancadillas sin darte cuenta.
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