Si a mí me funciona, a ti también
Cuando cerré mi primera empresa lo hice porque toqué fondo.
Durante 2 años dediqué todo lo que tenía a ese proyecto: mi conocimiento, mis ahorros, mi tiempo, mi energía, mi sueño…
Pero lo cierto es que el retorno que recibía de mi empresa no me parecía ni justo, ni alentador.
Durante aquel periodo viví con un inmenso malestar interno y sufría continuos ataques de ansiedad. Mi vida de escape era: salir a correr. Y, por suerte, un día me lesioné.
Y digo, por suerte, porque, aunque el viaje de recuperación de aquella lesión fue doloroso y largo, tanto a nivel físico como sobre todo mental, no poder salir a correr me obligó a parar y buscar ayuda para tratar de entender qué estaba pasando.
Descubrí que lo que pasaba era que yo quería un negocio que me permitiera vivir la vida que yo quería.
Pero que no me había parado a escoger cómo era esa vida que yo quería para mí.
Entonces empezó mi segunda aventura de emprendimiento, en la que volví al core de mi experiencia profesional, y empecé a ofrecer servicios de estrategia y marketing emprendedores.
Y a medida que fui conociendo a otros emprendedores, de distintas edades, orígenes, países, y sectores, me fui dando cuenta de una constante, estaban casi todos tan desorientados como lo había estado yo. Y que además, en la mayoría de las ocasiones lo que fallaba no era la falta de recursos o estrategias, sino nuestros propios sabotajes, y monstruos dentro del armario.